Consideramos que el ministerio es la habilitación dada por Dios al creyente, para ejercer una función de servicio y edificación del cuerpo de Cristo.
“Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente, apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas” (1 Corintios 12:27-28).
Efesios 4:11, 12, Romanos 12:6-8, 1 Corintios 12:5-11.
Aunque el llamamiento al ministerio es de origen Divino, la Palabra de Dios contiene suficientes enseñanzas sobre los requisitos que debe llenar el candidato a servir en el ministerio, y corresponde a los ancianos de la Iglesia examinar y determinar cuándo son dignos de aprobación. 1 Timoteo 3:10, 4:14, 5:17.