Se está de acuerdo con la separación entre la Iglesia y el Estado, y que ninguno debe intervenir en los asuntos propios del otro, pues así se cumple el precepto bíblico “Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de él” (Marcos 12:17).
Los creyentes pueden participar en actividades cívicas de acuerdo con sus preferencias políticas, pero siempre reflejando sus ideas personales y no las de la Identidad, que siempre es neutral en este sentido.
Al mismo tiempo, todos los cristianos deben obedecer a las autoridades civiles, leyes y disposiciones que de ellas emanen, siempre que no contradigan sus principios cristianos o los obliguen a hacer cosas en contra de su conciencia. Romanos 13:1-7.